«Soy Fouzeh, viuda de la aldea de Al-Awija y vivo en el campamento de Al-Sadaqa. Tengo 60 años y no tengo hijos».
«Los violentos y repetidos bombardeos nos obligaron a abandonar nuestro pueblo y establecernos en este campamento. Aquellos días fueron los peores días de mi vida, debido a las duras condiciones, y al ser una mujer discapacitada como resultado de un accidente de tráfico que tuve antes de que se iniciara esta crisis, esto hizo que me quedara postrada en cama, incapaz de moverme sin la ayuda de nadie». “Además, perdí a mi hermano y a su hijo, quienes fueron mi ayuda y apoyo en el pasado. No podía cubrir mis necesidades más básicas de supervivencia tales como el agua.”
«Estaba sola con mi dolor y un sufrimiento físico y psicológico que sólo Allah conoce,
entre el dolor, la discapacidad, el anhelo, la nostalgia y los recuerdos de los seres queridos, y el pasado que no volverá. No sólo yo sufría, si no todos los residentes del campamento. El mayor obstáculo para nosotros es conseguir agua debido a su elevado precio, además de todos los obstáculos que hay en el camino que conduce al campamento.”
«El problema no se limita solo al agua, sino que también somos vulnerables a las enfermedades y propagación de epidemias graves, como resultado de la acumulación de desechos a nuestro alrededor durante largos periodos. Lo peor de todo es que los baños no los podemos utilizar«.