Mientras las familias desplazadas de Gaza sufren el descenso de las temperaturas, un trabajador de Islamic Relief* describe la grave situación y cómo éste diciembre es como ningún otro.
Han pasado casi 8 días desde la última vez que compartí nuestra historia con vosotros. Hemos estado desconectados de Internet y de nuestros teléfonos todo este tiempo. Ha sido como volver a la Edad Media. Las personas que quieran comprobar cómo están sus familiares y amigos deben ir andando o a caballo y en un carro para hacerlo. Por supuesto, en nuestra situación actual, hacer un viaje así conlleva enormes riesgos. Esto me recordó a The Kingsroad en Juego de Tronos, donde los viajeros podían enfrentarse a peligros en cualquier momento.
La situación aquí empeora a cada momento. El invierno, al igual que en Juego de Tronos, ya ha llegado. La semana pasada tuvimos fuertes lluvias. La lluvia solía ser un evento agradable para los ciudadanos palestinos y la disfrutamos, pero ahora la gente vive en tiendas de campaña de plástico en las calles, sin ninguna fuente de calefacción. La gente huyó de sus hogares a principios de octubre, cuando todavía hacía relativamente calor. Llevaban ropa ligera de verano y la mayoría no cogía ropa para el invierno.
Ahora hace mucho frío y nadie tiene ropa adecuada.
Mis hijos pasan frío. Mi hija siempre dice que le duele el estómago. Yo le digo que se pondrá bien, pero está bebiendo agua no potable; no toma suficientes alimentos, y en su mayoría toma comida enlatada; lleva sólo unas pocas capas de ropa. Está claro que así enfermará. De hecho, si alguna persona enferma en la casa, todos lo harán.
Los centros de salud y los hospitales apenas pueden atender el flujo de heridos que llegan a sus salas de emergencia, y mucho menos atender a las personas que se sienten enfermas. Hace unos días mi hermano se resfrió mucho. Estaba temblando y llorando de dolor. Mi madre me insistió en que le llevara al hospital, pero le dije que se reirían de mí en el hospital si llevaba a alguien que solo estaba resfriado. Fui a la farmacia a comprarle paracetamol, pero no había ningún medicamento disponible; muy pocas tiendas todavía tienen medicamentos.
Un amigo, del que ya os he hablado antes, no encuentra pañales para su hija. He oído informes de que en algunas partes de la franja las mujeres no pueden encontrar ni compresas. Es una situación inimaginable. El pueblo palestino tiene que sufrir incluso por las cosas más pequeñas.