Un trabajador humanitario de Islamic Relief* comparte cómo incluso las tareas más simples se han convertido en enormes desafíos en la Gaza sitiada.
«Hoy es el día 33 o 34 de la crisis, no estoy seguro…he perdido la cuenta.
«No hay signos de esperanza de que pronto podamos ver el fin de esta injusta y brutal matanza. Nuestra situación empeora cada vez más a medida que pasa el tiempo. Los mercados se están quedando sin productos; la comida escasea, el agua escasea. Tienes suerte si puedes conseguir electricidad. Nada es fácil y parece que no tenemos ni un momento para recuperar el aliento.
«La vida se ha vuelto completamente imposible en nuestro pequeño enclave. Tengo 3 hermanas, 2 de las cuales viven en la misma casa que yo ahora mismo. Ayer salí a ver a mi otra hermana, que vive en otra parte de la ciudad. Fui a verla por si acaso no tuviéramos la oportunidad de volver a vernos. La gente en Gaza ha comenzado a correr riesgos como este. Es peligroso aventurarse a salir fuera, pero podría ser nuestra última oportunidad de ver a nuestros seres queridos. De camino a su casa, vi decenas de carros tirados por caballos y burros. Muchos de ellos transportaban gente de regreso a casa desde el mercado, mientras que otros llevaban tanques de agua a los hogares. La falta de combustible ha dejado lo que una vez fue una carretera llena de coches y tráfico, en una carretera llena de carros, gente caminando y en bicicleta. Es como una escena de hace 100 años.«