La peor crisis humanitaria del momento empeora día tras día por la rápida propagación del COVID-19 en Yemen, obligando a prolongar el actual plan de respuesta humanitaria de la OCHA desde junio hasta diciembre de 2020.
Tal y como se recoge en el último informe de la OCHA*, la situación en Yemen es insostenible y el plan de intervención estipulado se ha tenido que extender hasta finales de este año. El conflicto, el efecto de la crisis económica sobre las instituciones y servicios públicos y la propagación del virus del COVID-19 desde marzo de 2020, además de otras enfermedades, han dejado al 80 % de la población total del país en situación de vulnerabilidad.
Para los 30,5 millones de habitantes de Yemen, la supervivencia se ha convertido en un reto diario, especialmente para las 24,3 millones de personas necesitadas.
Los cinco largos años de conflicto armado se han cobrado la vida de más de 100.000 personas. Desde comienzos de este año, la escalada de la violencia se ha reavivado con el surgimiento de siete nuevos frentes de batalla. La guerra se ha intensificado en regiones como Al-Hudaydah, Al-Jawf, Hajjah, Saada y Taizz, obligando a desplazarse a más de 81.420 personas en tan sólo los últimos cinco meses.
La crisis petrolera, la devaluación de la moneda y el incremento de los costes de los alimentos más básicos han recrudecido los efectos de la grave hambruna que se expande por más de 230 distritos de los 333 que tiene el país, afectando a dos tercios de la población y desembocando en casos de malnutrición moderada y aguda. Los efectos del COVID-19 también se han hecho notar en la economía yemení, incrementando los costes de los productos y servicios básicos y de transporte.