Un trabajador de Islamic Relief* en Gaza recuerda el terror y la confusión que se sintieron cuando se cortaron las comunicaciones el pasado fin de semana cuando las fuerzas armadas terrestres entraron en Gaza.
«Mi familia se sigue viendo forzada a desplazarse a medida que nos acercamos a la tercera semana desde que nos vimos obligados a abandonar nuestros hogares. Las noticias que nos llegan solo nos traen oleadas interminables de pena, dolor y tristeza.
«Mi mujer se acaba de enterar de que su primo ha fallecido. Ha llamado a sus familiares para darles el pésame y, poco después, su preocupación era la falta de agua para lavar la ropa…Estos días la muerte se ha convertido en una parte de las noticias que nos pasamos unos a otros, no tenemos mucho tiempo para dedicarnos a pensar en los que hemos perdido.
«Oímos que alguien ha fallecido y decimos “que descanse en paz”. Pero a la vez también estamos pensando “somos los siguientes, solo que no sabemos cuándo nos tocará”. La situación es así de terrible. La muerte es la nueva norma, sobrevivir es lo raro. Ver un nuevo amanecer es un privilegio que no todos tienen.
«Anoche me fui a dormir recitando la shahada [declaración de fe musulmana] ya que nunca se si volveré a despertarme. Mis días comienzan leyendo mensajes de todo el mundo diciéndome que siguen vivos. Mandamos mensajes y rezamos por recibir respuesta. Realizamos oraciones y esperamos que sean escuchadas.
«Ahora estamos solos y una sóla esperanza – que Allah cambie las cosas. Sentimos como si el mundo nos hubiera abandonado. Se nos considera daños colaterales de una guerra. Se nos considera poco importantes, menos humanos y menos iguales a los demás, y por lo tanto se nos ignora.
«Yo ya no sé qué más decir. Mi corazón arde, mi alma está inundada de desesperación, miedo, agonía, dolor y agotamiento. Quizá leas estas líneas, o quizá no. Estoy escribiendo por si acaso. Se ha convertido en una práctica para dejar ir mi dolor.
«No puedo mandar estas palabras a nadie; no puedo llamar a nadie. Estoy sentado aquí en la oscuridad, sólo con mis palabras. Las veo como si fueran mi testamento, como una historia en la tumba de un faraón que se descubra y se lea cuando yo ya no esté. Ahora mismo estoy sólo, aislado, expulsado e inútil.»