El lunes 10 de agosto, el primer ministro libanés anunció su dimisión en medio de protestas masivas tras la explosión mortal en Beirut. En los últimos días, el Ministro de Justicia del Líbano, el Ministro de Información y el Ministro de Medio Ambiente también han dimitido de sus cargos.
· Más de 200 personas murieron y unas 6.000 personas resultaron heridas en las explosiones del puerto de Beirut [1].
· Se informa de daños importantes a edificios e infraestructura que dejan a unas 300.000 personas sin hogar.
· Las evaluaciones iniciales indican que al menos 12 centros de atención primaria de salud han sufrido graves daños. Al menos tres hospitales han quedado parcial o totalmente inoperables. Otras 120 escuelas, utilizadas por 55.000 niños libaneses y no libaneses, sufrieron daños de varios niveles.
· Con 120.000 toneladas métricas de existencias de alimentos dañadas por las explosiones, el jefe de alimentos de la ONU estimó que el Líbano podría quedarse sin pan en aproximadamente 2 semanas y media porque el 85 por ciento del grano del país pasa por el devastado puerto de Beirut.
· El 10 de agosto, se registraron 295 nuevos casos de COVID-19 en el Líbano (el total diario más alto desde el inicio de la pandemia), lo que hace que el total de COVID 19 casos positivos sea de 6.812.
· Miles de manifestantes salieron a las calles de Beirut por tercer día consecutivo el lunes (10 de agosto), chocando con las fuerzas de seguridad que lanzaron gases lacrimógenos para dispersarlos y les causaron heridas graves.
· Los líderes internacionales se unieron a una conferencia virtual de donantes liderada por Francia y la ONU después de la devastadora explosión, prometiendo casi $ 300 millones en ayuda humanitaria.
· Islamic Relief continúa brindando apoyo urgente para la remoción de alimentos y escombros.
Una semana después de la explosión mortal, Líbano enfrenta una crisis multifacética. La agitación política y la incertidumbre están en su punto máximo con el anuncio de la renuncia del primer ministro libanés y otros ministros. En los últimos meses, la contracción económica, el aumento de la pobreza, los altos niveles de desempleo y el aumento de los precios han agravado las necesidades de las comunidades libanesas y no libanesas, incluida la gran población de refugiados en el Líbano. El aumento de la transmisión de COVID-19 está sobrecargando los sistemas de salud del país. Las tensiones sociales continúan creciendo en muchas partes del país.
El puerto de Beirut resultó gravemente dañado por la explosión, con partes completamente destruidas, incluidos silos de granos estratégicos, lo que redujo la reserva a menos de un mes, junto con suministros médicos críticos. Todas las importaciones y exportaciones se han redireccionado al puerto de Trípoli (una décima parte de la capacidad del puerto de Beirut), que se encuentra a unos 85 km al norte de Beirut. Se espera que el puerto de Beirut permanezca inoperativo durante al menos un mes, en espera de reparaciones, eliminación de escombros y autorizaciones de seguridad.
El aeropuerto sigue funcionando a pesar de sufrir algunos daños y continúan los vuelos comerciales. Ya abrumados por la situación del COVID-19, los hospitales de Beirut están alcanzando su capacidad máxima y están informando la falta de equipos para tratar a los heridos y atender a los pacientes en estado crítico.