A medida que los tanques van llegando al sur de Gaza, un trabajador de Islamic Relief* se enfrenta al terrible dilema de si su familia, la cual no tiene a donde ir, debe huir de nuevo o quedarse y rezar.
Desde la última vez que os escribí, mi familia y yo hemos pasado varias noches aterradoras. Podíamos escuchar disparos y ataques aéreos por todas partes. Os hablé de una amiga que se había tenido que quedar con su familia en una zona cercana a nosotros. Tuvo que evacuar cuando los tanques llegaron justo detrás de su casa. También vi a otras personas de esa zona caminando con sus pertenencias hacia el centro de la ciudad.
Estaba muy preocupado por nuestra seguridad, ya que mi familia también vive en las afueras de la ciudad. Mis nervios no podían soportar el estrés. Simplemente me recosté en silencio. No podía pensar qué sería lo mejor que podía hacer. ¿Deberíamos irnos o quedarnos? Cada opción parecía tan desafiante como la otra.
En casa de mis padres hemos podido conseguir paneles solares para generar electricidad. Podemos ver las noticias y conectarnos a Internet cuando está disponible. Hemos logrado encontrar un sistema para llenar nuestros tanques de agua una o dos veces por semana, aunque es costoso y no muy bueno. Las cosas, en el nivel más básico, están funcionando para nosotros. Estamos entre los afortunados que hemos podido adaptarnos; la mayoría de la gente ni siquiera se lo puede permitir. Irse significa dar un paso hacia lo desconocido. Por otro lado, quedarme significaría poner a mi familia en peligro debido a los bombardeos.
No tenemos dónde ir.
No queda espacio en ningún sitio en Gaza ahora. Cada unidad residencial alberga de 1 a 3 familias. La gente vive en las calles. Un amigo me dijo que la gente incluso está alquilando residencias sin agua ni electricidad por alrededor de 1.000 dólares (aproximadamente £790) al mes. No puedo poner a mi familia en una situación en la que tenga que llevar a mis hijos a la casa de un vecino para ir al baño o mendigar comida y agua.
Pensé que preferiría permanecer en el peligro y aceptar todo lo que viniera de Allah. Alhamdulillah, mi historia podría haber llegado a su fin. Tuve la oportunidad de alzar mi voz a través de esta serie de blogs, así que tal vez recordaréis a un padre palestino que murió tratando de brindar una buena vida a su familia.
Estoy desesperado y agotado. Al inicio de la escalada vivíamos un poco más lejos del peligro. Ahora, la segunda ronda está teniendo lugar a la vuelta de la esquina. Desde que los tanques se apoderaron de la zona sur, no nos ha llegado ningún suministro de alimentos. La mayor parte de las tierras agrícolas están ahora vacías porque el ejército israelí ordenó la evacuación de la población.
Un amigo que vive en Khan Younis me dijo: “La gente simplemente deambula por las calles. No hay ningún lugar donde quedarse. Por suerte me mudé a casa de mis padres, pero aún así me siento como un extraño aquí. No es como mi casa”. Estaba totalmente de acuerdo, diciéndole que preferiría irme a mi propia casa, aun sabiendo que ha sufrido graves daños y que es inhabitable, que convertirme en desplazado.
Pero no podemos volver. Los dueños de la pólvora, de los aviones y de los tanques han tomado la decisión por nosotros. Realmente echo de menos mi antigua vida. Todos lo hacemos. Hablo con mis amigos y colegas de Islamic Relief y todos me dicen lo mismo. Todos queremos salir y caminar por nuestras calles, ver nuestros edificios, los paseos a la orilla del mar, pedir maíz asado, pasar tiempo con amigos y sobre todo descansar en nuestras casas.