Un sin fin de vidas han sido destrozadas por la compleja y prolongada guerra en Siria. Y la situación continúa siendo inestable, especialmente al noroeste y noreste del país.
Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), desde principios de diciembre de 2019, más de 900.000 personas en la gobernación del sur de Idlib han huido en medio del aumento de los ataques aéreos y una ofensiva terrestre. La mayoría se ha trasladado a zonas urbanas del norte como las ciudades de Idlib, Ariha y Saraqab. Otros se han dirigido a campamentos para desplazados internos cerca de la frontera con Turquía.
Se comenta que la ciudad de Ma’arrat An-Numan y las áreas circundantes han quedado casi vacías, y la población de Saraqab y las áreas cercanas continúan huyendo por temor a que el conflicto pueda extenderse hacia el norte. Las bajas temperaturas empeoran la situación, pues muchos desplazados internos tienen una necesidad crítica de refugio, alimentos, atención sanitaria y artículos de supervivencia, como mantas y ropa de abrigo.