“Durante años he circuncidado a las niñas de mi propia aldea y en toda la región para ayudarlas a convertirse en mujeres. A veces cortaba todos los genitales, a veces solo partes.
“En muchas comunidades en Mali se ve como un requisito para el matrimonio. El procedimiento se lleva a cabo sin anestesia y de mano de mujeres como yo, que se consideran “circuncidadoras” tradicionales. No recibimos ninguna formación médica, pero aprendimos el oficio de nuestras abuelas.
“Cuando era una niña, las ceremonias de circuncisión eran motivo de celebración en nuestra aldea. Una vez la niña había sido “limpiada” se celebraba una fiesta en su honor. Muchas de las niñas veían las celebraciones y deseaban eso mismo para ellas sin saber los oscuros secretos que sólo aquellas que habían sufrido la tradición conocían.
“Cuando me traían a las niñas, solíamos atarlas durante la circuncisión. Debido a que se trata de un proceso violento en el que se utilizan cuchillas, metíamos algo en la boca de las niñas para evitar que sus gritos perforaran el cielo.
“A muchas niñas, las madres y mujeres de la familia les dicen que la circuncisión es una obligación. Lo ven como parte de la cultura y lo aceptan; de hecho, muchas se sienten orgullosas de ello y desean lo mismo para sus hijas. Yo solía sentirme orgullosa de mi trabajo también, ya que pensaba que estaba manteniendo viva una tradición esencial de purificación de las niñas. Es lo que me enseñaron mis mayores.
“ Yo había creído en la circuncisión durante toda mi vida hasta que llegó Islamic Relief, quienes estaban llevando a cabo un proyecto de sensibilización sobre la MGF, y se acercaron a mí. Se enteraron de que era la jefa de las “cortadoras” de la aldea y querían hablarme sobre lo que este proyecto estaba haciendo por el bien de las niñas. Me explicaron los riesgos y peligros de la circuncisión, cómo esta práctica va en contra de las escrituras religiosas y que hacer daño a los demás está prohibido en el Islam.
“Ahora ya sé que las consecuencias de la MGF son graves y duraderas. Ahora sé que el trabajo que estaba llevando a cabo durante más de 30 años ha causado daños físicos y mentales a las niñas.
“Gracias al apoyo de Islamic Relief, realicé una formación para convertirme en moderadora y fui nombrada como punto focal de violencia de género de mi aldea. Ahora lidero talleres sobre la circuncisión, contracepción y planificación familiar.
“ Dedico mi vida a que otras mujeres no mutilen sus cuerpos ni el de sus hijas; les enseño que la circuncisión no es un requisito para ganarse el respeto, para convertirse en madre, o para cuidar de sus familias. Quiero romper con las historias con las que nos han alimentado desde niñas.
“Intento convencer a la gente de que debemos dejar de circuncidar a las niñas. Hablo como una persona que conoce ambos filos del cuchillo. Yo misma fui circuncidada y llevé a cabo circuncisiones. Sé de lo que hablo. Por lo que les digo que esta práctica no ayuda, que está mal. ¡Que no la inflijan a sus hijas!
“Sé que llevará generaciones deshacer el daño que se ha hecho. Los prejuicios son muy difíciles de erradicar. La creencia popular está muy arraigada, y la presión social es muy grande, pero si soy capaz de cambiar la vida de una niña, sentiré que he hecho mi parte en la erradicación de la MGF.
Con proyectos alrededor del mundo, Islamic Relief aboga por el fin de prácticas como la MDF, especialmente cuando se las relaciona erróneamente con la religión. Islamic Relief tiene una papel fundamental que desempeñar en atajar las supuestas justificaciones “religiosas y culturales” de la MGF en todas sus formas – como parte de los esfuerzos generales y multifacéticos para poner fin a la práctica. Islamic Relief trabaja con jefas cortadoras locales, ancianos de las aldeas, líderes religiosos y otros para y otros para fomentar cambios de comportamiento duraderos.
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