Durante la mayor parte de su vida, Doussouba Diarra, que vive en Mali, se ganó la vida mutilando niñas. Ahora, a sus 63 años, trabaja con Islamic Relief como una ardiente defensora de la abolición de la mutilación genital femenina. A continuación nos cuenta su historia.
“Durante años y años mutilé niñas en mi propio pueblo y en toda la región para ayudarlas a convertirse en mujeres. A veces incluso cortándoles todos los genitales, y otras veces, solo partes».
“En muchas comunidades de Mali se considera un requisito para contraer matrimonio. El procedimiento se realiza sin anestesia y por mujeres como yo, que son vistas como «circuncisoras» tradicionales. No hemos sido capacitadas para ello, pero aprendimos el oficio de nuestras abuelas».
“Cuando era una niña, las ceremonias de ablación eran motivo de celebración en nuestro pueblo. Una vez que la niña estuviera «limpia», se celebraba una fiesta en su honor. La mayoría de las jóvenes veían las celebraciones y las deseaban para sí mismas, sin conocer los oscuros secretos que solo conocían aquellas que cumplieron la tradición».
“Cuando me traían niñas, a menudo las atábamos durante el proceso. Debido a que es un procedimiento físicamente violento en el que usamos navajas, les metíamos algo en la boca para evitar que sus gritos perforaran el cielo».
“A la mayoría de las niñas sus madres o parientes femeninas les dicen que la ablación es una obligación. Lo ven como parte de su cultura y lo aceptan; de hecho, se sienten orgullosas de ello y también lo quieren para sus hijas. Yo también solía sentirme orgullosa de mi trabajo, porque creía que continuaba una tradición esencial para purificar a nuestras jóvenes. No conocía otra cosa, esto es lo que me enseñaron mis mayores».
“He creído en la ablación casi toda mi vida hasta que Islamic Relief, que estaba realizando un proyecto de concienciación sobre la mutilación genital femenina, se me acercó. Se enteraron de que yo era quien realizaba el rito en mi pueblo y querían hablarme de su labor para el bienestar de las niñas. Me explicaron los peligros de la ablación, cómo va en contra de las escrituras religiosas y que dañar a alguien está prohibido en el Islam.
“Ahora sé que las consecuencias de la mutilación genital femenina son graves y duraderas y que el trabajo que he estado haciendo durante más de 30 años ha causado daño mental y físico a muchas niñas.
“Gracias al apoyo de Islamic Relief, me formé para convertirme en mediadora y fui nombrada coordinadora contra la violencia de género en mi aldea. Ahora dirijo talleres sobre ablación, anticoncepción y planificación familiar».
“Dedico mi vida a enseñar a las mujeres a no someterse a la mutilación ni mutilar los cuerpos de sus hijas; que la ablación no es un requisito previo para ganarse el respeto, convertirse en madre o cuidar de la familia. Quería romper las historias que nos han estado alimentando desde pequeñas».
“Intento convencer a la gente de que debemos dejar de mutilar a las niñas. Hablo como alguien que ha llegado a conocer el cuchillo por sus dos filos. Yo misma fui mutilada y realicé mutilaciones. Sé de lo que estoy hablando. Es por eso que les digo que la ablación no ayuda, es una mala práctica. ¡No se lo impongas a tu hija!»
“Sé que se necesitarán generaciones para reparar el daño que ha causado. Los prejuicios son muy difíciles de erradicar. La creencia popular está muy arraigada y la presión social es demasiado grande, pero si puedo cambiar la vida de una niña, sentiré que estoy haciendo mi parte para combatir la ablación».
A través de múltiples proyectos en todo el mundo, Islamic Relief aboga por poner fin a las prácticas nocivas de la mutilación genital femenina, especialmente cuando se atribuyen erróneamente a la religión. Islamic Relief tiene un papel fundamental que desempeñar frente a la supuesta justificación «religiosa y cultural» de la ablación en todas sus formas, como parte de los esfuerzos generales y multifacéticos a fin de erradicar esta práctica. Islamic Relief trabaja con personas que se dedican al oficio, las personas más mayores y con autoridad de las aldeas, líderes religiosos y otras personas influyentes para conseguir cambios duraderos.
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