Hamite vive en un remoto pueblo albanés con sus 4 hijos. Tras la muerte de su marido, ha tenido numerosos problemas para llegar a fin de mes.
“Mis hijos y yo vivimos con las 30 libras esterlinas al mes que proporciona el estado para ayudar a las familias necesitadas. Alhamdulillah, mis hijos están sanos y hasta ahora no se han quedado sin comida”, dice Hamite, de 32 años.
“La comida básica [que consumimos] es pasta, arroz, tortitas, sopa y, a veces, verduras. A veces suelo sembrar verduras para comer, pero nuestro pueblo carece de agua potable y eso hace que todo el trabajo se desperdicie… Con los ingresos que tengo, no puedo ni comprar pan para los niños”.
La casa de la familia es vieja y tiene mucha humedad. El suministro de electricidad es muy débil, y nuestra estufa eléctrica de 2 quemadores no siempre funciona. Cuando eso sucede, Hamite usa un pequeño cilindro de gas para cocinar.
“La vida en el pueblo es muy difícil. Quedan pocas familias aquí, ya que la mayoría ha emigrado al extranjero o se ha mudado a la ciudad”, explica Hamite. “No hay carreteras, ni servicios, ni agua. Hay una ambulancia aquí, pero no funciona. De hecho, los niños tienen que caminar una hora y media ida y vuelta para llegar a la escuela”.