2022 no ha sido un año fácil.
El conflicto en Ucrania ha producido un efecto dominó que ha terminado afectando a muchos países. Millones de ucranianos se han visto obligados a huir de sus casas como refugiados. Han aumentado los precios energéticos y de los alimentos, lo que a su vez ha provocado el aumento de la inflación y el estancamiento de la economía. Estas consecuencias económicas han tenido un gran impacto sobre la manera de ganarse el sustento y sobre la capacidad de las personas para poder mantener a sus familias.
Pakistán ha sido asolado por inundaciones a gran escala, y hasta un tercio del país se ha visto afectado por las inundaciones. De las 33 millones de personas afectadas, algunos han perdido sus casas, algunos han perdido su sustento, algunos han perdido a sus familias, y algunos lo han perdido todo. Las lluvias monzónicas se han llevado por delante ciudades y pueblos. Pakistán va a tardar décadas en recuperarse de este desastre natural.
En el este de África, 20 millones de personas se enfrentan a una grave escasez de alimentos. En esta región, una sequía erradicó cultivos y sustentos, y millones de familias todavía no saben dónde van a poder conseguir su siguiente comida. En estos momentos se estima que una persona muere de hambre cada 48 segundos en el este de África.
Millones de personas siguen viviendo en condiciones de hambruna en Afganistán y Yemen. Hombres, mujeres y niños de todas las edades están al borde de la inanición, y prácticamente han sido olvidados por el resto del mundo.
Gaza continúa bajo asedio y el conflicto en Siria prosigue. Millones de personas de estos dos países se han convertido en refugiados, y no hay indicios de que vayan a poder volver a sus casas.