Mientras caen bombas y los recién nacidos mueren en las incubadoras de sus hospitales, un trabajador humanitario de Islamic Relief describe su angustia por no poder proteger a su familia del horror que se vive en Gaza.
«Van pasando los días y todavía no hay fin a esta horrible situación que estamos viviendo.
«Los ciudadanos palestinos están siendo brutalmente asesinados y todo el mundo ha sido testigo y ha podido ver los cadáveres de niños, mujeres, personas mayores e incluso animales. Esta violencia no excluye a nadie. Está dirigida a todos los seres vivos de esta tierra; y está afectando todos los aspectos de nuestras vidas.
«Temo que no podamos sobrevivir los próximos días y semanas.
«Hace 2 días, mientras estábamos comiendo, se escuchó un gran ruido de explosiones cerca. En un instante, mi hijo de 6 años se echó a correr gritando. Corrí tras él y lo encontré tirado en el suelo junto a la mesa, tapándose los oídos mientras lloraba de terror.
«Me rompió el corazón. Nunca le había visto así antes.
«Me caían las lágrimas mientras intentaba consolarle. Cuando se calmó y pude hablar con él, me dijo: “El sonido me ha hecho daño en los oídos”. Le dije: “No te preocupes, hijo. El ruido ya ha parado”, luego le pregunté cómo se sentía. “Tengo miedo”, respondió. A lo que le respondí: “Todos tenemos miedo, hijo. No te preocupes. No está mal tener miedo”.
«Mis nervios fallaban al intentar calmarle. Como padre, le estaba fallando a mi hijo y al resto de mi familia. No puedo protegerles. No puedo llevarles a un lugar seguro. Hay tantas cosas que ahora no puedo hacer por mi familia.»