martes, 21 noviembre 2023

Mientras caen bombas y los recién nacidos mueren en las incubadoras de sus hospitales, un trabajador humanitario de Islamic Relief describe su angustia por no poder proteger a su familia del horror que se vive en Gaza.

«Van pasando los días y todavía no hay fin a esta horrible situación que estamos viviendo.

«Los ciudadanos palestinos están siendo brutalmente asesinados y todo el mundo ha sido testigo y ha podido ver los cadáveres de niños, mujeres, personas mayores e incluso animales. Esta violencia no excluye a nadie.  Está dirigida a todos los seres vivos de esta tierra; y está afectando todos los aspectos de nuestras vidas.

«Temo que no podamos sobrevivir los próximos días y semanas.

«Hace 2 días, mientras estábamos comiendo, se escuchó un gran ruido de explosiones cerca. En un instante, mi hijo de 6 años se echó a correr gritando. Corrí tras él y lo encontré tirado en el suelo junto a la mesa, tapándose los oídos mientras lloraba de terror.

«Me rompió el corazón. Nunca le había visto así antes.

«Me caían las lágrimas mientras intentaba consolarle. Cuando se calmó y pude hablar con él, me dijo: “El sonido me ha hecho daño en los oídos”. Le dije: “No te preocupes, hijo. El ruido ya ha parado”, luego le pregunté cómo se sentía. “Tengo miedo”, respondió. A lo que le respondí: “Todos tenemos miedo, hijo. No te preocupes. No está mal tener miedo”.

«Mis nervios fallaban al intentar calmarle. Como padre, le estaba fallando a mi hijo y al resto de mi familia. No puedo protegerles. No puedo llevarles a un lugar seguro. Hay tantas cosas que ahora no puedo hacer por mi familia.»

Siento que les estoy fallando como padre porque no puedo protegerles

«Siempre he proporcionado un buen nivel de vida a mi familia. Siempre he hecho todo lo posible para asistir a los eventos escolares y las ceremonias que solían hacer en la guardería. Ojalá pudiera protegerle de esto.

«Ahora no puedo proporcionarles la comida a la que están acostumbrados. Hace frío –se acerca el invierno– pero solo tienen ropa de verano porque cuando huimos de nuestra casa no pudimos llevarnos todo lo que teníamos. En la zona donde nos alojamos ahora no hay ropa que comprar: no queda nada en las tiendas y la gente lucha por encontrar cualquier cosa que pueda encontrar.

«Imaginaros, amigos míos, no queda ni café en Gaza. Si alguien tiene ahora un paquete de café en su cocina, vale 3 veces más de lo que pagaba antes de que comenzara esta crisis.Ahora o me puedo permitir ni un café por las mañanas. Israel dice que sitiar Gaza es autodefensa, pero ¿cómo es autodefensa impedir que la gente normal y corriente tome café? ¿Cómo es defensa propia dejarnos sin harina, sal, especias y papel higiénico?

«Nos están privando de todo. Creo que, si pudieran, nos privarían incluso del oxígeno.

«Estaba hablando con una compañera de Islamic Relief  que estaba trabajando en un proyecto que incluía proporcionar incubadoras para bebés recién nacidos enfermos. Los mismos bebés a los que ahora se les deja morir, sin electricidad para hacer funcionar sus incubadoras.

«Mi compañera me dijo: “No puedo entender lo que está pasando. Entregamos las incubadoras al hospital Al Shifa para salvar las vidas de los recién nacidos. Ahora, el mundo entero está viendo en directo por televisión cómo matan lentamente a los bebés. Me siento tan impotente.

«Ella tampoco tiene el poder para detener esta locura.»

Nos aferramos a nuestra esperanza y contamos nuestra historia

«No puedo dejar de pensar en por qué les está pasando esto a los palestinos. Sigo diciéndome a mí mismo que es porque Allah nos está poniendo a prueba, y agradezco al Todopoderoso por la bendición de seguir vivo y poder contar la historia de mi pueblo. Así que seguiré escribiéndoos, queridos lectores, y seguiré esperando que podáis continuar con esta historia.

«Hoy conseguimos unas aceitunas para desayunar y eso me recordó que los palestinos estamos profundamente arraigados a esta tierra. Me acordé de mi padre, que plantó 3 olivos en nuestra casa familiar y siempre nos involucró en su cuidado desde niños. Nos enseñó los nombres de cada tipo de aceituna, su sabor, su olor y color. Cuando llegaba el momento de cosechar los frutos pequeños, nos advertía que no dañáramos los árboles: “No tiréis con fuerza. Estas ramas llevarán aceitunas nuevas el año que viene”. Mientras buscaba las aceitunas más frescas, me dije a mí mismo que mientras esta tierra tenga olivos, los palestinos seguirá aquí.

«Y, si un alto el fuego pone fin a nuestro miedo, miseria y sufrimiento, la semilla de esperanza a la que se aferra mi familia podrá tener la oportunidad de crecer

*Este blog se ha mantenido anónimo para proteger la seguridad de nuestro compañero.

Nota del editor: este blog se envió en medio de una situación de constante cambio sobre el terreno que ha seguido deteriorándose desde entonces. Esta información era correcta hasta la tarde del lunes 13 de noviembre.
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