Malí es uno de los países más grandes de África y hogar de la antigua ciudad de Tombuctú, que alguna vez fue un importante puesto comercial y centro de la cultura islámica.

A pesar de ser rica en minerales, Malí es uno de los países más pobres del mundo.

Casi la mitad de la población vive con menos de 1,55 euros al día y una población estimada de casi 18 millones de personas depende en gran medida de la agricultura. El creciente impacto del cambio climático, afecta en gran medida a las personas y comunidades provocando una grave escasez de alimentos, especialmente en el norte.

Malí es rica en recursos minerales con potencial de crecimiento económico; sin embargo, en las zonas rurales, el 90% de la población depende de la agricultura para sobrevivir. Con el cambio climático impactando cada vez más a la comunidad, los desastres recurrentes están afectando duramente a estas comunidades. Los niveles erráticos y más bajos de lluvia, el aumento de las temperaturas, la sequía y la desertificación se están convirtiendo en una amenaza cada vez mayor para la supervivencia.

Con una cuarta parte de las familias en Malí que padecen inseguridad alimentaria de moderada a grave y una inseguridad política continua después de un golpe militar, muchas personas huyeron del país en busca de refugio. Ahora, con un número creciente de repatriados y una economía principalmente agrícola, las familias luchan por satisfacer sus necesidades básicas diarias.

Para muchas personas en Malí, la vida puede ser particularmente desafiante:

  • Casi 1 de cada 5 personas no tiene acceso a instalaciones sanitarias adecuadas (OMS / UNICEF, 2015)
  • Aproximadamente 1 de cada 3 niños (menores de cinco años) tienen retraso en el crecimiento (Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, 2017)
  • 2 de cada 3 adultos no saben leer ni escribir (UNESCO, 2017)
  • Casi un tercio de los niños malienses no asiste a la escuela secundaria (UNICEF, 2013)

Islamic Relief ha estado trabajando en Malí desde 1997, ayudando a las víctimas de la guerra civil del país a recuperarse de la devastación del conflicto. Más tarde fuimos una de las primeras organizaciones en llegar a algunas de las regiones más afectadas durante la crisis alimentaria de 2005. Se distribuyeron noventa y cinco toneladas de alimentos a más de 30.000 personas en Gourma Rharous como parte de nuestra respuesta de emergencia.

Tras nuestros esfuerzos iniciales de ayuda, nuestro enfoque ahora se ha desplazado hacia el desarrollo a largo plazo para reducir la vulnerabilidad de la población a la sequía. Nuestro trabajo actual incluye la financiación de sistemas de riego y recolección de agua de lluvia (micro presas) y la oferta de capacitación agrícola adaptativa para brindar a las comunidades acceso al agua, apoyo a los medios de vida y seguridad alimentaria. También llevamos a cabo nuestro programa de apadrinamiento de niños huérfanos que incluye distribución de comida y ropa, así como apadrinamiento mensual.

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