martes, 1 mayo 2018

“Ya nada me conmociona”

Ahmed Ghandoor es el Director General de Cirugía del Hospital de Al Rahma en Darkush, Idlib, donde Islamic Relief ha hecho llegar unidades de diálisis, incubadoras y máquinas de rayos-X y ultrasonidos.

 

“La vida me ha cambiado inmensamente trabajando como doctor en Idlib. Impactantes imágenes de niños heridos gritando y aullando de dolor una vez me conmocionaron, pero ya no.

Es muy duro ver grupos enteros de personas agonizando porque no tenemos lo que necesitan para tratarlos. La gente está muriendo porque no tenemos respiradores para darles oxígeno o catéteres cardíacos para controlar sus corazones. Los pacientes con diabetes están muriendo por la falta de suministros de insulina. Nos suplican para que les salvemos la vida pero no podemos hacer nada. Los hospitales y doctores ahora son un blanco.

Afortunadamente aquí podemos tratar a niños con insuficiencia renal, pero otros hospitales no pueden. Aunque tengamos el equipo médico, la falta de personal sanitario capacitado hace que muera gente. Cinco doctores y cuatro enfermeras han abandonado este hospital, y los que quedamos estamos operando en condiciones muy complicadas.

Hace unos años, trajeron a mi primo al hospital de noche tras resultar herido en un bombardeo. Estaba perdiendo muchísima sangre de la arteria femoral y necesitaba operarle de inmediato, pero no había electricidad. Tuve que usar una pequeña linterna y un mechero.

Alhamdulillah pude cerrar la arteria y salvarle la vida.

Trabajamos durante muchas horas, casi 16 horas al día, y realizamos entre 6 y 8 operaciones graves y atendemos entre 40 y 50 pacientes a diario. Puede llegar a ser agotador. Solía pasar mucho tiempo con mi familia y amigos, pero ahora mi única vida social tiene lugar en el hospital.

A pesar de todo, estoy aquí porque puedo salvar vidas. Recientemente, Inas, una joven que estaba embarazada de seis meses fue gravemente herida en un bombardeo. La tuvimos que someter a una operación muy complicada en la que desgraciadamente perdió a su bebé. Ella sobrevivió, pero sin hígado, y le tuvimos que amputar una mano. Como era de esperar, se quedó en estado de shock pero jamás perdió la esperanza. Está decidida a terminar sus estudios de medicina para poder tratar a las víctimas de esta guerra.

Al igual que Inas, estoy decidido a continuar mi trabajo humanitario por nuestra gente. Las sonrisas de los niños y las plegarias de las personas hacen que continúe. Allah me está dando fuerza y esperanza. Cuando salvo la vida de un niño llevo la felicidad a los corazones de sus madres y seres queridos. Apenas puedo ver a mi familia, así que esta es mi única felicidad.

Mi mensaje para el mundo es que por favor paren la guerra en Siria. Que paren de matar niños. Que, por favor, nos dejen vivir en paz. Rezo por la paz, pero no sé si llegará. Esta guerra lleva teniendo lugar desde hace más de seis años.”

 

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